El comienzo del desarrollo de la artillería autopropulsada alemana se puede considerar a mediados de la década de 1930, cuando la idea de crear un cañón de asalto (en alemán: Sturmgeschütz, abreviado StuG) tenía como objetivo apoyar las actividades ofensivas de la infantería alemana. Muy a menudo se considera que el autor de esta idea es el posterior mariscal de campo Erich von Manstein. Los primeros prototipos de estos vehículos se crearon en 1937 y, cuando entraron en producción en masa, recibieron la designación StuG III. Se utilizaron por primera vez durante la campaña francesa de 1940. En el transcurso de esta campaña, también se utilizaron los cañones Bison (a veces denominados Sturmpanzer I), es decir, los cañones SIG de 150 mm montados en el chasis del Panzer I. Durante la última parte de la Segunda Guerra Mundial, el ejército alemán introdujo cañones autopropulsados cada vez más perfectos a gran escala. Las unidades blindadas y mecanizadas estaban equipadas con vehículos como el Wespe o el muy exitoso Hummel, lo que permitió una mejora significativa en la movilidad de la artillería de estas unidades. También se desarrollaron los carros StuG III y se introdujo en producción el carro StuG IV. Al final de la guerra, apareció un pequeño número de vehículos Sturmtiger armados con un mortero cohete de 380 mm.